Pasa al escribir que...
En mi trabajo con los autores, surge la mar de comentarios sobre problemas, obstáculos, adversidades, ideas, reales o ficticias, que surgen antes, durante o después de escribir. Bienvenidos, bienvenidas, esas sensaciones nunca se quitan. Sin embargo, menciono aquí algunas que son muy comunes entre todos ellos esperando que nos sirvan a todas y todos.
Tengo la seguridad (o eso creo), de que quien lea entenderá lo que escribo. Si quieres que tu obra tenga lectores, es decir, interlocutores, lo más conveniente es evaluar, tanto aprendiendo a autoevaluar, como contar con personas con el conocimiento necesario que puedan evaluar desde distintos puntos de vista el texto de acuerdo con las características estructurales, de género y el público al que va dirigido. De otra forma, podríamos estar en estado prolongado de inseguridad y con mayores probabilidades de encontrar errores una vez publicado el libro. Recordemos que de todas formas los textos son mejorables y todo el proceso, con todo la participación de varias personas, está sujeto a error.
Tengo buena redacción.... además, cuando expongo verbalmente mi idea encuentro que me entienden. Muy probablemente estemos dotados de varias habilidades. En cualquier caso, un diagnóstico profesional parte de las ventajas de un texto dado, o desde su concepción y planeación, para potenciar la originalidad que el autor intenta imprimir en su obra.
Síndrome del impostor. Muchos autores infravaloran sus ideas, enfoques y puntos de vista. Su mente les juega la treta de desanimarles con la posiblidad de que ya otras personas mejor preparadas hayan escrito sobre el tema, desde una autobiografía o historia familiar... ¡hasta una tesis! Una y otra vez este fantasma asusta a los autores de todo nivel y género. Simplemente ignora el llamado al autosabotaje. Toma tu idea y desarróllala, verás que la obra reclamará su originalidad.
No se vayan a robar (o a burlar) de mis ideas si no encuentro una editorial que las proteja. Otro temor paradójico. En realidad es la ley la que protege las ideas creadas por un autor y el trámite es muy sencillo. Una vez que puede darse por concluida la obra, lo que procede es registrarla de inmediato antes de publicarla. Este es un procedimiento común. No dejes que el apego a tu proyecto te limite para darlo a conocer al público interesado que allá fuera no se imagina siquiera una idea como la tuya.
No necesito ninguna clase de ayuda, o bien, necesito demasiada ayuda y nadie va a querer ofrecérmela. Olvídalo, ninguna de las dos afirmaciones es real, ninguna obra es producto solamente del ingenio del autor, siempre hay equipos atrás que ayudar a potenciar, mejorar y a hacer accesible la obra a los lectores. Por otra parte, si necesitas "mucha" ayuda, el solo hecho de que cuentes con una idea que te impulsa a escribir clama por un diagnóstico que precise qué tanta ayuda necesitas en realidad.